ADIÓS, JORGE VIDAL

Hace unos días se fue el cantor de tangos Jorge Vidal, y el amigo de la casa Patricio Flores lo despide de la siguiente manera.

¿Sabés como me enteré de tu muerte, Negro querido? Te cuento.

En la terraza de mi casa en Villa Crespo, a las 4 de la matina, mientras me fumaba una pipa.

La cosa fue así. Tengo un benteveo que es bastante turrito, y se pone a dragonear sus jolgorios justo a la hora en que yo debería estar metido en un buen sueño. No hubo caso, el tipo este me tiene de hijo y no pude hacer otra cosa que levantarme y prepararme la pipa e irme a la terraza. Y allí pensando en esa milonga tan tuya que decía:

“Mañana sí que va a haber

una garufa cantora

que la Parda Nicanora ,

según me ha dado a entender,

parece que se va a hacer

allá, por Villa Lugano,

en la casa de ese Tano

que no es nada, nada gil,

y se las da de albañil

y pa’mí que anda de afano”

“De quien será la letra de esta milonga” me preguntaba, cuando entré al cuarto y encendí la Internet (si Jorge, es una mierda, pero que querés vos también ¿que me amasije con un quipus?) y así nomás, preguntando…llegué a Roma.

Lástima, Jorge. Hubiera ido a tu funeral en… “nosédonde”. La cagada que te mandaste fue la de morirte cincuenta años más tarde de lo que debías. Si te hubieras muerto allá, al menos por los sesenta, mirá lo que te digo, no hubiera alcanzado la cancha de Boca para velarte.

Pero ahora, Negro ¡qué te voy a contar que ya no sepas!

Peruca, porteño y gardeliano. No había mina que no soñara con esa carita pícara de ”sucesor-del-Zorzal-autenticado-y-con-papeles”.

Bueno, mientras preparo unos mates impostergables, dejo estas glosas sobre tu inmortal retrato que te juro, me nacen de verdad, de bien adentro. Se te va a extrañar, Jorge Vidal.

A don Jorge Vidal (1924 – 2010)

Viviste tu vida, Jorge, bien de cheno,

apurando minas, copas y paradas,

sin tomar nunca de punto a la gilada

que nunca entiende un soto de entreveros,

meta escolaso, farra, burro, box, cantina,

te floreaste bien pulenta y bien diquero,

haciendo zozobrar al gallinero

que se armaba a tu paso en Puente Alsina.

¡Pero mirá si tendrás alma de pato,

gomía del stud y la buchaca!

que te enganchó el rocío, de resaca,

y hoy cantás flor en lo del Ñato.

No importa, que mejor que vivir siempre

es hacer de la cátedra una Biblia.

Y si la sopa viene medio tibia,

mejor dejarla… y que a otro le aproveche.

¡Adiós Jorge, tutor del calavera!

(y hablando de los burros y del caldo)

acercale un fuerte abrazo a don Osvaldo

que se lo extraña mucho por acá, por la trinchera.

Oí la Barra , Jorge… ¡Salute!             

                                                                Pato Flores.

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