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EL ROCK DEL MUSEO

Durante el 2005, el año pos - Cromagnon, hubo en Argentina una epidemia de discos de covers, de esos que se llaman de "homenaje". Hubo algunos regresos desde el fondo del Arcón de los Olvidos (¡Los Gatos Salvajes y Los Shakers uruguayos!) y esta moda no parece que se vaya a ir así nomás: en 2007 se cumplen 40 años de la edición de "La balsa". ¡Decididamente, la época no huele a espíritu adolescente! (Nota originalmente publicada en 45 RPM).

"Escribir sobre música es como bailar sobre arquitectura". Frank Zappa

HUBO UN TIEMPO QUE FUE HERMOSO

Durante el año 2005, las disquerías argentinas recibieron entre sus nuevos huéspedes al disco en vivo de Calamaro (que suena un poco a disco de covers de sí mismo), el de Fabiana Cantilo ("homenaje al rock nacional"), el de Miguel Cantilo (nuevas versiones de sus temas clásicos, con invitados como el Pelado Cordera, Calamaro, Charly García o Ricardo Mollo), el de Los Dura-Beats (dedicado a los Beatles, también con invitados, también con Charly), el de Fito Páez (homenajeando a Spinetta, a Litto Nebbia y al omnipresente Charly), el de Turf (con invitados haciendo nuevas versiones de temas de la banda, entre ellos Andrés Calamaro y... sí, Charly). También 2005 fue el año en que se reunieron brevemente Los Gatos Salvajes y Los Shakers, quienes, junto con los remotos Beatniks de Moris, empezaron a darle forma al rock de este rincón del mundo hacia 1965.

En lo que va de 2006, todavía se habla del muy anunciado y no concretado regreso de Billy Bond y La Pesada del Rock and Roll, mítica banda - colectivo musical de principios de los años '70. Virus grabó en vivo un concierto con varios invitados, concierto del que resultará la edición de un DVD. Los Fabulosos Cadillacs se juntaron para grabar un tema en el disco homenaje a Andrés Calamaro, obra en la que participa una multitud de artistas (pero esta vez no Charly...). Hay un proyecto de la Secretaría de Cultura de la Nación, dirigido en el plano musical por Lito Vitale, de editar un disco (con fines benéficos) en conmemoración de los inminentes 40 años del primer éxito masivo del rock de estas tierras, "La balsa".

Planteados los hechos, voy a las opiniones: tengo la sensación de que el rock argentino lleva ya demasiado tiempo complaciéndose en reciclarse a sí mismo.

DE NUEVAS OLAS Y DE SER PARTE DEL MAR

Hago la salvedad de que la idea de revisitar el pasado, en sí, no tiene nada de negativo, y no voy a ser yo, justo yo, quien promueva los beneficios de la amnesia y adhiera a la declaración de la Guerra del Cerdo con fervores de talibán. Me parece que, en el arte, siempre hay que apuntar a que haya más, no menos. Y después de todo, Spinetta o Charly o Los Redonditos de Ricota ya son tan parte del canon musical argentino como Goyeneche, Sandro o Mercedes Sosa. El problema no es que estemos a quince minutos de la aparición de una versión rockera de "Grandes Valores de Hoy y de Siempre": es que pareciera que eso es todo o casi todo lo que hay.

¿No es hora de que alguien aparezca a escupir el asado? ¿No es hora de que aparezca alguien que se cague en todos estos cuarenta años, alguien capaz de producir esa obra novedosa, deslumbrante y ambiciosa que sostendrá con arte tamaño exabrupto?

VEINTICINCO ABRILES QUE NO VOLVERÁN

Las grandes revoluciones del rock (Elvis, Beatles, Dylan, Stones, Sex Pistols, Nirvana) fueron llevadas adelante por chicos de poco más de 20 años. Lo mismo pasó en el rock argentino... o al menos hace un buen tiempo era así. ¿No es llamativo que las bandas principales de hoy sean las mismas de siempre, que hace rato que nadie nuevo se presente a destronar a los viejos reyes?

La Beatlemania explotó en Estados Unidos en 1964, cuando el mayor de los cuatro Beatles tenía 24 años. Elvis ya era Elvis a los 20. Los Rolling Stones le cambiaron la cara al rock cuando Jagger, Richards y Brian Jones no tenían 25 años; la explosión punk fue detonada por banditas de pibes que no habían podido entrar a la universidad o conseguirse un trabajo aceptable (los Ramones en Nueva York, los Sex Pistols en Londres); el último gran sacudón, el de Nirvana a principios de los '90 (¡ya pasaron 15 años de "Smells like teen spirit"!) sigue las mismas pautas.

Esto no quiere decir que alguien que pase los 25 no puede componer un disco memorable o hacer una gira que le vuele la cabeza a todo el mundo; nada más lejano a la realidad (¿alcanza con citar "All that you can't leave behind" o "So" o "Piano Bar"?). Pero los grandes discos de artistas en la madurez de su talento suelen ser retornos a las fuentes: raramente desatan un cambio de tendencias estéticas. Cada vez que el rock mutó de eje, esa mutación vino de la mano de un relevo generacional.

Por estas latitudes, la historia no fue demasiado diferente. Los primeros en convertir el rock en un fenómeno masivo (Los Gatos), la banda más creativa de fines de los '60 (Almendra), el grupo que trajo a los adolescentes al rock (Sui Generis), la banda principal del recambio de los '80 (Soda Stereo) eran grupos de pibes de 20 años o poco más.

Las bandas más convocantes de estos últimos años (la Bersuit, Los Piojos, Las Pelotas, La Renga, Babasónicos) están formadas por gente que está más cerca de ir a buscar a sus chicos al colegio que de dar las materias que debe del liceo. El éxito les sonrió a Los Piojos y La Renga (los más precoces) a mitad de la década pasada; la Bersuit y Babasónicos pasaron a la primera fila con el cambio de siglo, y Las Pelotas (paradójicamente, la banda formada por los rockers más veteranos) tuvo que esperar hasta 2003 para tener un disco de venta masiva. Buena parte de los grupos que componen la segunda fila están formados por gente que ya pasó los 30: Catupecu Machu, El Otro Yo, Árbol, Intoxicados. No hablemos de los próceres (Charly, Spinetta, Fito, Calamaro, Gieco, Vicentico, el Indio Solari, Skay, Divididos, Ratones Paranoicos). Y después... ¿Después? ¿Dónde están los pibes hoy?

SÓLO LOS CHICOS

No afirmo que no haya bandas de chicos haciendo cosas valiosas: afirmo que no están forzando una evolución musical, o ideológica, o de imagen, o de algo. La tendencia predominante es a replicar un clisé ya muy fatigado: un rock de los suburbios en cuyo ADN hay trazas de los Ramones, los Rolling Stones, Pappo's Blues y (para lograr el tono de época) un shot del Calamaro de "El salmón". No es imposible cocinar un plato sabroso con esta receta: empero, cada vez se notan más los ingredientes recocidos...

Podríamos obstruir el final de esta nota con largas disquisiciones acerca de los motivos por los cuales no hay, en la Argentina de 2006, una banda de pibes que rompa todo, que haga que salgan multitudes a comprarse una guitarra o un teclado (o una PC) para tocar sus temas, que haga que todos corran a copiarles el look, que conquiste la masividad con armas nobles. Uno podría listar unas cuantas razones que se han esgrimido por aquí y por allá: la estructura concentrada de los medios de difusión, la apuesta a lo seguro de las pocas grabadoras que quedan en pie, cuatro décadas de progresivo deterioro de la educación pública, el auge de las escuelas de cine, la falta de lugares donde puedan tocar bandas nuevas, el agujero de la capa de ozono, la abundancia relativa de compuestos de silicio en el busto de Luciana Salazar. Todas, consideradas aisladamente, pecan de inconvincentes; consideradas en conjunto, explican todo, lo que es una de las maneras de no explicar nada.

En fin. Queda apostar a que, a lo mejor, esa banda que cambia la historia realmente existe, o está a punto de empezar a existir. Quién sabe: tal vez ahora mismo está tocando para tres o cuatro borrachos a la vuelta de tu casa, mientras vos estás navegando por Internet y leyendo estas mismas líneas.

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